EL LLANTO DEL PROFETA 1986








Lloró el profeta ante sus fieles, lloraron ellos también, y sus lágrimas se convirtieron en un gran río. 


El agua corrió e inundó sus valles y el pueblo pronto desapareció.


Y aquel profeta murió de gran pena y dolor, y sus fieles se quedaron sin su guía, sin su pueblo, sin su voz.



Todo entonces se convirtió en desazón, todo fue desesperación. 



Pero un día el profeta regresó, salió de su tumba y al pueblo reconstruyó.  

   
Y tras marcharse un mensaje les dejó:
   
¿Entendieron que no soy Dios? 






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