EL DÍA DEL VECINO DESESPERADO




Juliàn había nacido en el pueblo y toda su vida viviò allí. Trabajaba en un negocio de ventas de colaciones y luego de muchos años logrò abrir su propio negocio logrando tener un bienestar económico aceptable y acomodado. Comprò su casa mediante un crédito hipotecario y todavía le faltaban màs de cuarenta cuotas para terminarlo.

En su barrio era un tipo muy querido ya que siempre se ocupaba de que su lugar tuviera lo mejor dentro de las posibilidades que había. Es por eso que luchò muchísimo para conseguir que instalaran el gas natural. Algo indispensable para cualquier comunidad al igual que el agua, la luz , en fin los servicios bàsicos.

Presentò el petitorio firmado por los vecinos y lo llevò a la Municipalidad para iniciar el tramite. Luego de varios años sin respuestas donde por medio de protestas, reuniones y hasta entrevistas incluidas con el intendente de turno solo recibió promesas incumplidas.

Entonces un dia cansado y terriblemente desesperado fue hasta la laguna del pueblo. Colgó una soga de un árbol e hizo un nudo alrededor de su cuello colgándose un cartel que decía “Gas ya o me mato”.

Logicamente que el hecho tuvo una repercusión tal que hasta medios de la gran ciudad enterados se acercaron para ver lo que estaba sucediendo.

Pasaron tres días y Julian seguía ahí sin recibir una respuesta a su pedido y ningún funcionario incluido el propio Intendente se apersonò para tratar de convencer a aquel al que conocían desde niño y hasta con el que habían muchos de ellos ido al colegio juntos.

Y un dia Juliàn cumplió su promesa ahorcándose ante la mirada aterrorizada de familiares, amigos y vecinos demostrando que èl si quería cambiar las cosas aunque le costara su propia vida para lograrlo.

Fue tal la conmociòn que produjo el hecho que el Intendente fue destituido y se creò un consejo de vecinos de todas las zonas del pueblo que en poco tiempo comenzaron a elegir mediante votaciones a dos representantes que se reunian todos los viernes para ser escuchados por las autoridades y si los reclamos eran justificados se procedía a implementar las soluciones acordadas en plazos cortos.

De esta manera la muerte de Juliàn no fue en vano aunque vale la pena decirlo que no se tenia que haber llegado al extremo de que una persona perdiera la vida para beneficiar a todos los ciudadanos.

Juliàn pagò con su vida por algo que se deberìa haber realizado sin inconvenientes pero solo logrò para èl tener su nombre en una calle y una plaza donde todos los años los vecinos le rendían un merecido homenaje conmemorando esa fecha como:

“El dia del vecino desesperado”

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